Somos muchos/as los que vemos los equipos con acceso a internet como herramientas para la igualación social. Lo hemos expresado antes en términos de Zona de Desarrollo Próximo, afirmando incluso lo que empiezan a decir desde todos los lugares, que Internet debería ser un derecho fundamental.
En una sesión de trabajo en la que ando con Ibertic mi compañera Vera presentaba el tema de la alfabetización digital, de cómo el analfabetismo en este sentido se suma a cifras tan preocupantes de analfabetismo tradicional, como la de un 37% en los entornos rurales de Guatemala de personas (en mayor medida mujeres) que no saben leer ni escribir.
Todo ello me viene bien para introducir un estudio que me ha sorprendido (o no tanto), últimamente: la pobreza reduce la energía mental, según lo publicado en la revista Science. La gente pobre, en consecuencia, es más proclive a tomar malas decisiones y cometer errores que podrían estar perpetuando su situación de pobreza.
Se trata de un círculo vicioso en el que la lucha diaria contra los efectos de la pobreza (reducir gastos, pedir dinero prestado, etc. ), ocupa los recursos mentales que podrían dedicarse a otras cosas más complicadas, como la educación cultural o la formación laboral.
Y no estamos ante un efecto leve sino que estamos hablando de una caída de 13 puntos en coeficiente intelectual (curiosamente una noche sin dormir nos deja con los mismos 13 puntos menos en IQ) que se agrava en caso de que nos enfrentemos a problemas graves.
Una primera tanda de estudios se realizaba con 400 personas elegidas al azar en un centro comercial, con unos ingresos medios de $70,000 en un rango de entre cantidades muy altas y 20.000. Después de medir sus coeficientes de inteligencia, se trataba de que resolvieran problemas planteados en distintos escenarios, como el de un coche roto cuya reparación costaría 150 (escenario fácil) o 1500 dólares (escenario complicado).
Divididos en dos grupos, el de pobres y el de ricos, los resultados indicaban que:
- En escenarios “fáciles”, el grupo de pobres y el de ricos se desenvolvía igual.
- En escenarios “duros” la diferencia era evidente en favor de los ricos, tomando estos las soluciones más inteligentes.
Un segundo conjunto de estudios se realizaba con 464 agricultores en India. La cosecha anual de caña de azúcar representa el 60% de sus ingresos, resultando que son muy pobres cuando ha pasado el tiempo desde ese momento y más ricos justo después de la recogida. Los resultados fueron similares: los resultados en situaciones prácticas y tests de inteligencia eran peores antes de la cosecha que después de la misma.
Los resultados se interpretaban en el marco general de la “escasez”, la falta general de tiempo, dinero, lazos sociales e incluso ingesta calórica que se vive en determinadas situaciones de pobreza. La escasez captura poderosamente la atención, consumiendo recursos que no podrán dedicarse a otras cosas, comenta Zhao, responsable de la investigación.
Todo ello debería hacernos pensar en las políticas paternalistas que a veces se critican, en los estados del bienestar que en muchos lugares estamos desmantelando: no lograremos la igualdad social si no es cubriendo algunas necesidades básicas de la gente, si no logramos sacarles de una escasez que va en contra de cualquier forma de alfabetización que consideremos imprescindible.